Cómo se forman las creencias inconscientes en la infancia: trauma temprano, abandono y supervivencia emocional

A propósito de un caso real y de cómo el trauma en la infancia moldea la identidad y la vida adulta

Hay historias que no empiezan en un lugar cálido ni predecible.

Empiezan en el caos.

En una casa donde los adultos no pueden con su propia vida, donde el amor aparece y desaparece sin avisar, y donde una niña aprende demasiado pronto que tiene que sobrevivir como pueda.

Esta es la historia de una niña que creció entre 0 y 8 años en un entorno atravesado por la adicción de su padre, el abandono emocional de su madre y mensajes que nunca deberían dirigirse a un niño. No entendía nada de lo que pasaba a su alrededor, pero su cuerpo lo entendió todo.

Y ahí, en esa confusión, empezaron a formarse las creencias inconscientes que luego gobernaron toda su vida adulta.

1|Cuando el mundo que te recibe no es seguro

Su padre consumía.

Su madre no estaba emocionalmente disponible.

Las peleas eran intensas, los insultos habituales y la familia estaba completamente fragmentada.

A veces la cuidaban los abuelos maternos.

A veces la familia paterna.

A veces nadie.

Cada adulto decía algo distinto:

– "La familia te odia."

– "Tu madre es una puta y una yonqui."

– "Esto es una desgracia."

– "Tu madre no está preparada."

– "Tu padre se está curando para poder ser tu papá."

Un niño no tiene la capacidad neurológica de contextualizar nada de eso.

Para ella, simplemente significaba:

"No estoy a salvo."

"No tengo un lugar."

"El amor no es estable."

El trauma temprano puede surgir tanto cuando ocurre algo muy grave, como cuando falta algo esencial. Lo que define el trauma no es el suceso, sino la herida interna que deja, la desconexión con uno mismo y la desregulación del sistema nervioso

2| El narcisismo fisiológico: la mente del niño siempre se culpa a sí mismo

Como no puede culpar a sus padres, ni a sus abuelos, ni a la adicción, ni a la violencia, su mente hizo lo único que podía hacer para no perderse:

Se culpó a sí misma.

Y nacieron creencias profundas como:

  • "Yo soy el problema."
  • "No merezco amor."
  • "Algo en mí está mal."
  • "Si me tratan así, es porque yo lo provoco."
  • "Yo no valgo lo suficiente."
No lo pensó: lo concluyó emocionalmente. Este es el punto exacto donde se fractura la dignidad infantil

El niño prefiere culparse antes que ver el fallo en el adulto porque su supervivencia depende del vínculo.

Neurológicamente no puede interpretar la complejidad emocional de los mayores.

Psicológicamente la culpa le da una sensación de control: le da la esperanza de poder cambiar, y la esperanza lo es todo.

Biológicamente necesita proteger el apego para no sentir que muere; y emocionalmente necesita un reflejo estable para construir su identidad.

Por eso, cuando el entorno es traumático, el niño concluye: 'el problema soy yo'. No es un error: es una estrategia de supervivencia profundamente inteligente

3| El cuerpo crea un decreto para sobrevivir

Cuando el entorno es demasiado caótico, el niño inventa un segundo escenario interno, un mundo privado donde al menos pueda sentir algo de control.

Ese escenario se resume en un decreto inconsciente, una promesa que le protege del dolor:

  • "Me oculto para no sufrir."
  • "No muestro mi verdad."
  • "Me hago fuerte y no necesito nada."
  • "Si soy yo, me abandonan."
Ese decreto es el origen de la máscara, la personalidad adaptativa que tendrá durante décadas. No es quien es. Es quien tuvo que ser.

4 | La máscara que la salvó… y luego la encerró

La niña que no fue sostenida creó una versión de sí misma fuerte por fuera y rota por dentro.

Una niña que aprendió a:

  • no pedir
  • no molestar
  • no sentir
  • no llorar
  • sostener a otros
  • adaptarse para pertenecer
  • ser autosuficiente desde muy pequeña

A los ojos del mundo parecía madura, responsable, incluso valiente.

Por dentro estaba sola, confundida y necesitando un amor que nunca llegaba de manera estable.

La máscara la salvó.

Pero en la vida adulta se convirtió en su prisión.


5 | Cómo estas creencias construyen una vida adulta que duele

Las creencias inconscientes no se quedan en la infancia. Se convierten en:

🧠 Pensamientos automáticos

– "No soy suficiente."

– "Seguro que estoy molestando."

– "Me van a dejar."

🖤 Emociones repetidas

– ansiedad

– vergüenza

– alerta constante

– tristeza sin motivo

👐 Comportamientos y Acciones

– dar más de lo que recibe

– evitar conflictos

– elegir relaciones inconsistentes

– desconfiar de todo y de todos

– no mostrar vulnerabilidad

– autosabotaje

– miedo a poner límites

– dificultad para pedir ayuda

– desgaste emocional constante

La REALIDAD de un adulto que creció así no es una casualidad:

👉 es la COHERENCIA perfecta de las creencias creadas en su infancia.

Es la supervivencia emocional convertida en identidad.


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6 | La buena noticia: lo que se aprendió para sobrevivir, hoy puede transformarse


Nada de esto es un fallo personal. Es un mecanismo brillante del sistema nervioso para proteger a una niña que estuvo sola en el momento más vulnerable de su vida.

Pero hoy, en la adultez, esas creencias ya no son necesarias.

Hoy es posible aprender:

  • que el amor no siempre abandona
  • que la ternura no es peligrosa
  • que pedir no destruye vínculos
  • que mostrar la verdad no significa perderlo todo
  • que la dignidad puede restaurarse
  • que el cuerpo puede soltar la coraza
  • que puede recibir lo que nunca tuvo
El trauma no fue culpa suya. Pero la sanación sí es su responsabilidad. Sanar no es volver al pasado. Es volver al cuerpo para que deje de vivir en modo supervivencia.

Si crees que ha llegado tu momento, contáctanos: trabajaremos con regulación somática, reparación del apego interno, reprogramación de creencias, etc.



Sobre Cuti Loureiro
Soy terapeuta en Psicosomática Clínica y Humanista, Kinesiología Holística y acompañamiento emocional. Trabajo desde Vigo y también online, acompañando a hombres y mujeres que desean reconectar con su cuerpo, su alma y su propósito vital.
En cada sesión integro herramientas como la kinesiología holística, la terapia familiar sistémica, las constelaciones familiares y el enfoque energético y espiritual, facilitando procesos de sanación profunda y transformación interior.